Cuando oímos hablar de aumentar la producción de alimentos con la ayuda de la llamada agricultura “inteligente”, imaginamos algo relacionado con la inteligencia artificial, los robots y el “big data”, pero la optimización de la agricultura no siempre depende de las últimas tecnologías. En el caso de las pequeñas fincas en áreas rurales, el enfoque “inteligente” a menudo implica encontrar formas originales y económicamente asequibles de aumentar la producción de cultivos con un uso eficiente de los recursos naturales y sin dañar el medio ambiente.
El proyecto de la FAO “Agricultura Inteligente – para la Generación Futura” con un presupuesto de 3.4 millones de dólares, financiado por el Gobierno de la República de Corea, ayuda a decenas de familias en zonas rurales de Uzbekistán y Vietnam a aumentar la producción agrícola en invernaderos para que puedan producir más alimentos utilizando menos pesticidas, fertilizantes minerales y agua, con menos mano de obra y de forma más segura.
La idea principal es aumentar la eficiencia de los invernaderos teniendo en cuenta cinco aspectos interrelacionados: control climático, control de plagas y enfermedades, riego, nutrición vegetal y métodos de cultivo.
El proyecto involucra recomendaciones científicas racionales y soluciones basadas científicamente, tanto tradicionales como modernas. Su objetivo es convertir las granjas de invernadero en empresas exitosas, que aumentarán los ingresos de sus propietarios, ampliarán las oportunidades de empleo de los residentes locales y harán posible la producción durante todo el año de productos alimenticios más diversos, asequibles y seguros.
“Hemos visto invernaderos de alta tecnología en los que se invirtieron grandes sumas, pero al mismo tiempo su productividad era baja, porque no tenían en cuenta las especificidades locales. Los sistemas de bajo costo, como estos invernaderos optimizados, le permiten cosechar más cultivos con menos recursos”, dice Melvin Medina Navarro, especialista técnico líder del proyecto.
Soluciones inteligentes
Cuando los expertos de la FAO comenzaron a estudiar los hogares con ingresos bajos e irregulares en tres áreas rurales piloto de Uzbekistán, descubrieron que en ellos se practicaban métodos obsoletos e ineficientes de cultivo de frutas y verduras en invernaderos.
Por ejemplo, la polinización se llevó a cabo manualmente y se usaron pesticidas dañinos en grandes cantidades. Los invernaderos se recubrieron con arcilla para crear sombra y bajar la temperatura interior durante los meses más calurosos, cuando las temperaturas diurnas pueden alcanzar los 42 grados centígrados.
“En primer lugar, se propone utilizar nuevos materiales de cobertura”, dice el agrónomo Khairulla Esonov, que participa en el proyecto de la FAO.
Los invernaderos se cubrieron con una película de polietileno con aditivos especiales que son de alta durabilidad, reflejan la radiación ultravioleta, reducen el polvo y evitan la condensación.
Se utilizaron trampas adhesivas especiales y mosquiteros para controlar plagas y enfermedades. Se despejó de maleza el terreno alrededor de los invernaderos, se instalaron pisos de desinfección y un sistema de puertas dobles para combatir virus y bacterias.
Se ha optimizado el uso de los recursos hídricos mediante el uso de sistemas de riego por goteo compuestos por electrobombas, filtros, tanques de agua y líneas de goteo, gracias a los cuales los nutrientes solubles se aplican de manera más eficiente, llegando directamente al sistema radicular de las plantas.
Además, a cada beneficiario se le entregaron instrumentos de medición de la calidad del agua. De acuerdo con los resultados de los análisis, se reveló que el agua utilizada para riego en las tres áreas piloto tiene niveles de acidez excesivamente altos. Ahora se está trabajando para mejorar estos parámetros ajustando el volumen de fertilizantes y agregando ácidos especiales al agua.
Incluso la propia Madre Naturaleza ayuda: en lugar de la laboriosa e ineficaz polinización manual, ahora se utilizan abejorros terrestres.
Resultados que cambian la vida
Dichos cambios, combinados con la asistencia técnica proporcionada por la FAO, han llevado la gestión de invernaderos a un nuevo nivel, que en algunos casos ha producido resultados impresionantes. El objetivo inicial del proyecto era aumentar la producción de hortalizas en al menos un 20 por ciento. Sin embargo, durante el primer ciclo agrícola, el aumento en el rendimiento de tomates y pimientos dulces fue de 90 y 140 por ciento, respectivamente.
Nigora Pulatova, una de las agricultoras involucradas en el proyecto, se sorprendió al recibir la misma cosecha, a pesar de que usó la mitad de plántulas que otros agricultores. Además, la calidad de las hortalizas ha mejorado significativamente en cuanto a tamaño, forma, color y ausencia de residuos de plaguicidas, lo que ha permitido a los agricultores vender sus productos a un precio mucho más elevado.
Otra agricultora que participó en el proyecto de la FAO fue Matluba Alimbekova, madre de cinco hijos de la región de Andijan en Uzbekistán. Matluba cultiva tomates, pepinos, pimientos dulces, ajo y hierbas, pero antes perdía constantemente casi la mitad de la cosecha debido a plagas y enfermedades. Este año plantó una nueva variedad de pimiento dulce “anetta”, que se adapta mejor a las condiciones locales, y ya recolectó más de dos toneladas de cosecha y ganó alrededor de $ 1,100. Actualmente, recolecta más de 90 kilogramos de pimientos cada semana y planea plantar rábanos en noviembre para obtener más ingresos en la temporada de invierno.
“El proyecto ha ayudado mucho a nuestra familia, nuestros ingresos han aumentado”, dice Matlyuba.
Anteriormente, la mitad de las ganancias de Matlyuba Alimbekova se destinaban a cubrir los costos de producción, pero gracias al proyecto en el campo de la agricultura “inteligente”, ahora ascienden a menos del 20 por ciento.
Además, el proyecto llevará a cabo una evaluación de mercado, la modernización de laboratorios en el campo de la seguridad alimentaria y la formación de expertos locales para aumentar el volumen y la rentabilidad de las exportaciones de hortalizas frescas y continuar la transformación de las zonas rurales utilizando métodos económicamente accesibles y reproducibles. .
Una fuente: https://news.un.org