Los expertos predicen que para el año en curso algunos problemas en el negocio ruso de invernaderos se agravarán. Los equipos para los nuevos complejos que aparezcan en la periferia deberán transportarse desde las regiones centrales de Rusia, a miles de kilómetros de distancia. Esto provocará una fuerte subida de su precio. Además, una parte importante del equipo adquirido sigue siendo importado. Los análogos nacionales aún no pueden compararse con los extranjeros en términos de eficiencia. La compra de semillas también golpea los bolsillos de los agricultores. En los invernaderos rusos se importan alrededor del 85% de los tomates y el 75% de los pepinos. Los actuales tipos de cambio del rublo frente a las monedas mundiales no dejan ninguna esperanza de estabilización de los precios de los bienes necesarios para la industria.